Una vez más tomé el
teléfono para llamar a la Compañía de Televisión por Cable de la que soy
abonado y nuevamente me contestó la fastidiosa grabación que las operadoras
estaban ocupadas, que esperara en línea y que sería atendido más tarde…
Ofuscado marqué el re-discado y en esta oportunidad tuve suerte…
Después de dar mis
datos a la operadora y decirle varias cosas respecto a lo mal que me sentía
siendo cliente, le dije mi problema: la señal se interrumpía constantemente…
—“Su problema ha sido
ingresado al sistema, durante la tarde acudirá un técnico a verificar su problema…”
—No quiero que
verifique el problema, quiero que envíe a alguien que lo solucione…— le
respondí indignado.
Un par de horas
después, sonó el teléfono y una voz masculina me consultaba por la dirección
exacta, y se identificó como el técnico. Le entregué los datos que me pedía y
unos minutos después llegaba frente a mi casa una camioneta tipo “fiorino” con
la propaganda de la Compañía.
— Buenas tardes, hablé
hace un momentico con usted, vengo a revisar y a solucionar su problema…— me
dijo el hombre con una voz muy varonil y por el acento deduje que era
extranjero… Quise descargar mi rabia con palabrotas contra él, pero en realidad
no tenía ninguna culpa. Él sólo era mandado por las ineficientes telefonistas
de la Compañía. Traté de ser amable y le hice entrar, explicándole la
situación, mientras él amablemente me mostraba su credencial y se presentaba
por su nombre: Albeiro.
Después de encender y
revisar el “deco”, acudió al vehículo y trajo uno nuevo, y después de instalar,
me indicó que el problema estaba en la antena satelital…
No había reparado bien
en lo atractivo que el tipo estaba, su piel era morena y sus ojos de color
celeste, tenía un rostro muy varonil y atractivo, con hermosa sonrisa y
rasurado perfecto. Rondaría los veinticinco años, no era muy alto, alrededor de
uno y setenta, físicamente su espalda ancha, hombros y brazos fuertes, torso
robusto y cintura ceñida, y un derrier redondo y muy levantado, piernas de
muslos y pantorrillas gruesas… y por delante, un bulto que me quedé en la duda
de si llevaba algún relleno o su pantalón tomaba esas redondeces por lo
ajustado del cinturón… Además el tipo era muy extrovertido, simpático y
divertido, por lo que después de unos minutos ya me agradaba por completo.
Se agachaba y sus
muslos gruesos parecían partir la tela del pantalón, o se inclinaba y su
trasero se veía redondo y apretado como el de un ciclista… y Albeiro lo sabía y
se lucía, pues se inclinaba o agachaba a veces innecesariamente.
Después de unos minutos
en que me explicaba amablemente, salió y sacó una escalera del vehículo para
llegar hasta la antena, la movía hasta que decidió que estaba bien, bajó
rápidamente y empezó a “calibrar” la posición del satélite…(“?”)… Mientras
subía por la escalera yo me deleitaba observando su trasero desde abajo, y
cuando para afirmarse apoyaba su paquete contra uno de los travesaños de la
escalera pude ver que ese bulto era cien por ciento real…
Tardó casi media hora
en esa tarea, y en su sien se deslizaba una cristalina gota de sudor, por lo
que le ofrecí un refresco. Albeiro aceptó agradecido y se lo bebía mientras en
el aparato un infernal pitido no dejaba de sonar…
Al fin terminó su
labor, abnegada por lo demás, tomó unos papeles y comenzó a llenarlos…
—Muy bien, se hizo el
cambio del “deco” y se recalibró, así es que no debería tener más problemas —
me dijo con una amplia sonrisa, y agregó:
—Es el único “deco” que
tiene, ¿verdad…?
—…Eh…sí…— respondí,
pero entendí lo que entre líneas me quería proponer…— aunque me encantaría
tener otro en el dormitorio…— le dije.
—Pues para eso debe
usted llamar a la Compañía y solicitar otro… pero si usted quisiera… yo…
podría…— dejó la frase abierta y sus claros ojos brillaron de una manera
especial…
— ¿…Y…Cómo se podría
hacer…?— le pregunté ingenuamente…
—Pues vea usted, yo
podría instalarle uno, pero nadie se debe enterar, ¿me entiende?, y usted sólo
pagaría por uno en su cuenta…— estaba claro…Y continuó:
—Si usted se decide, me
puede llamar… Pero eso sería fuera de mi horario de trabajo… ¿me entiende
usted…?— le entendía absolutamente lo que quería decir, pero me hice de rogar…
—Voy a pensarlo,
Albeiro, y ¿te parece si te aviso después?
—Como usted quiera…
Tenga, ese es mi número personal, para que usted me llame… no se arrepentirá…—
Sí que tenía razón con esas palabras…
Pasaron un par de días
hasta que me decidí a llamar al técnico. Albeiro se acordaba de mí, pero se
excusó de no poder ir de inmediato, así es que quedó de avisarme cuando podría.
Me quedé esperando su llamado de vuelta. Un par de horas después sonó el
teléfono:
—…Hola, soy Albeiro, el
técnico… Vea usted, yo tengo tiempo ahora después del trabajo, eso sería como a
las nueve de la noche… ¿Le parece si voy a esa hora?
—Para mí no es ninguna
complicación, te espero entonces…— le dije amable.
—Perfecto, nos vemos
entonces en la noche… Que esté usted bien…
—Igual tú…
Minutos después de las
nueve ya estaba ansioso. De pronto el teléfono y la voz de Albeiro:
—…señor Bruno, estoy
afuera de su casa…
—Bien, ya te vi… Abro
de inmediato…— le dije después de asomarme por la ventana. El atractivo técnico
vestía un ajustado pantalón de mezclilla de color beige, un cortaviento y abajo
una polera con estampados. Gorro con visera y una mochila bien grande en su
espalda… se veía muy bien, y con esos pantalones se le notaba un paquete grande
y un trasero escultural… el tipo era realmente un encanto.
Apenas entró se quitó
la mochila y el cortaviento, quedando sólo en polera. Como ya nos conocíamos,
se sentía en confianza, pero antes de empezar a sacar los implementos de la
mochila me preguntó que si estaba solo, a lo que respondí que no se preocupara
ya que vivía solo.
Comenzó a sacar cables,
engrapadora, alicates y pinzas… y todo lo necesario para empezar a trabajar. El
tipo era un experto. Mientras tanto yo lo observaba. Le ofrecí si quería algo
de beber…
—Sí, gracias. Si tiene
un “tinto” se lo acepto…
¡¡¡Diablos!!!, no tenía
vino, así es que fui a la cocina y preparé dos vasos con Ron y hielo, y se lo
pasé. Albeiro me miró con cara de sorpresa, abriendo sus ojazos claros y me
sonrió…
—Es que no tengo vino,
pero ¿bebes Ron?— le pregunté.
—Si… es que vea usted…
en Colombia le decimos “tinto” al café…— me dijo mientras me recibía el vaso
sin dejar de sonreír.
—Ah!, disculpa… No lo
sabía…
—Pero no se preocupe,
también es bienvenido…— me dijo haciendo un ademán y tomando un sorbo… yo hice
lo mismo…
Conversábamos mientras
él afanaba. Y sorbo tras sorbo íbamos por el segundo vaso de licor. Y minutos
después por el tercero… Albeiro ya me miraba como un amigo, en cambio yo a él
lo veía como mi cena…
—… ¡Vaya!... señor
Bruno, este y nada más, mire que tengo después que trabajar en altura y ya
estoy perdiendo el equilibrio…— dijo entre risas.
Siguió engrapando,
uniendo y tirando cables, mientras yo trataba de ayudarle. Hasta que llegó al
dormitorio. Allí para seguir poniendo el cable me solicitó una silla. Se
encaramó y continuó con su labor, mientras yo, como un “buen amigo” acudí a
afirmar la silla…
—…Me alcanza esa pinza,
por favor…— me pidió Albeiro. Le pasé la herramienta que me pedía y en un
instante tambaleo de la silla, por lo que en una reacción automática lo afirmé
de la cintura, quedando de frente a mí y su paquete a la atura de mi pecho…
—…Ja! No le dije yo que
ya estaba perdiendo el equilibrio…— me dijo Albeiro riendo.
— ¡No te preocupes que
yo te afirmo…!— le dije, aprovechando de acercarme mucho a él para pegar mi
pecho a su bulto, y deslizar suavemente mis manos por su trasero para
detenerlas en sus muslos… si se percató de esto no lo sé, pero no hizo ningún
gesto de que le molestara. Así siguió, bajaba para mover la silla y volvía a
subir, y yo a retomar mi posición… él seguía poniendo el cable en el
guardapolvo, y de vez en cuando se cargaba mucho hacia delante punteándome en
el pecho, lo que para mí era un deleite… No me resistí a la tentación y comencé
a acariciar la parte trasera de sus muslos, apretujando los definidos músculos
del técnico… Esta vez sí que se percató…
—… ¿Qué haces man…? Si
me sigues haciendo eso se me va a parar y tú verás después como me lo vuelves a
agachar…— me dijo en son de broma, pero no se imaginaba cuánto me hubiese
gustado eso…
Al fin terminó de poner
el cable y la bajada hasta el televisor. Instaló el “deco” y comenzó a
programar…
—Ya está casi listo,
pero antes, ¿me permitiría pasar al baño?
—Claro, ahí en el
pasillo…— le indiqué. Entró y dejó la puerta abierta. Pude escuchar el ruidoso
chorro en el inodoro… volvió a la pieza secándose las manos en su polera…
—Yo también voy a pasar
al baño…— le dije pasando tras de él rozando sus nalgas… oriné y me fijé que en
el papelero había papel higiénico… como antes había vaciado el papelero, era
obvio que Albeiro lo había arrojado. Sin pudor lo tomé y lo abrí, estaba húmedo
de la inconfundible secreción que botan los hombres cuando están excitados…
Volví al dormitorio y
Albeiro estaba nuevamente sobre la silla, terminando de asegurar el cable…
—Me va a afirmar, mire
que no quiero caer…
—Si… y si caes a la
cama, no respondo por lo que te pueda pasar…— le respondí en tono de broma.
Lo tomé de nuevo por
las piernas mientras él ajustaba una abrazadera. Apoyé mi pecho contra su bulto
y pude notar que una pequeña manchita húmeda se formaba en su pantalón, lo que
me puso a mil…
—…Ya te dije que si me
la paras, vas a tener que bajármela…— me dijo Albeiro casi como advertencia.
—…Si… eso quiero… Y no
te hagas que sé que te gusta…— le dije mientras me quitaba mi polera quedando a
torso desnudo, y lo abracé fuertemente de nuevo. Él se afirmó de mis hombros,
pues seguía arriba de la silla, mientras con mis manos recorría todo su trasero
y las piernas. Levanté su polera para poder lamer su abdomen, liso y de piel
suave, su ombligo y hasta donde me dejaba su pantalón. Él cargaba fuerte su
paquete en mi pecho, y sentía como se iba poniendo duro y levantaba aún más su
ya notorio bulto…
Desabroché el cinturón
y sus pantalones bajándolos hasta sus rodillas, quedando sólo en sus bóxers
blancos y ajustados que le marcaban la verga ya bastante dura. Bajé y la apreté
con mis labios sobre la tela, mientras metía mis manos por abajo para tocar y
apretar sus nalgas, mientras palabrotas y suspiros salían de la boca del
técnico que estaba ya entregado. Fui jalando lentamente su prenda interior
hasta que liberó su miembro erecto, grueso, de piel oscura y la punta redonda y
húmeda. La eché a mi boca con fruición, mamándola y aprisionando el forro con
mis labios, y cuando chupaba la cabeza de su verga, intentaba meter mi lengua
dentro del orificio que formaba el mismo forro sobre la verga para tocar el
frenillo con la punta de mi lengua. Ese beso lo volvió loco, y tomando mi
cabeza con una mano y con la otra afirmando su miembro y jalando el prepucio
hacia atrás hasta descubrir la cabeza, me lo metió profundo hasta la garganta.
Respiraba con dificultad, pero me di el placer de meterlo todo en mi boca hasta
los pelos…
Albeiro en éxtasis me
exigía que se la siguiera chupando, pero yo también quería probar esas redondas
nalgas…
Lo ayudé a bajar de la
silla y se tendió de espaldas sobre la cama, mientras yo de rodillas en el
suelo entre sus piernas terminaba de quitarle el pantalón y el bóxer, para
tomar de nuevo su verga y seguir disfrutándola con la boca… le lamía las bolas
y volvía a pajearlo con mis labios y él se retorcía de placer, pero como no quería
que acabara aún levanté sus piernas dejando al descubierto su orificio y hundí
mi cara en esas nalgotas para alcanzar con mi lengua el anillo de su entrada…
—…No… por el culo no…—
me decía Albeiro, pero después de unos segundos, él mismo abría sus nalgas con
sus manos para que lo penetrara con mi lengua… de su verga chorreaba un largo
hilo cristalino que se acumulaba en su abdomen…
Después de deleitarme
comiéndole el culo, volví a trabajarle la verga y los huevos, y recogí con mi
lengua todo el líquido que le salía. Albeiro gemía pidiendo que no me detuviera
y me decía con la voz entrecortada que jamás le habían dado tan buena mamadota,
lo que me entusiasmaba aún más.
Unos minutos más tarde
era inminente que se corría, así que tomé su verga con mi mano y la dirigí a mi
boca, lo que más me excita es ver salir la leche a chorros de una buena verga,
y Albeiro tenía la mejor verga que me había comido… sucesivos espasmos y
chorros de semen espeso fueron a parar a mis mejillas, mi boca, mi lengua, y
otro poco chorreaba por su miembro para alojarse en sus bolas… lo recogí todo
con mi boca, y el que quedó en mis mejillas lo recogí con la misma verga de
Albeiro para después chuparlo y dejarlo limpio y brillante. El atractivo moreno
jadeaba rendido de espaldas sobre la cama con sus brazos en cruz, sin dejar de
decir palabrotas diciendo lo rico que había estado.
Me tendí a su lado
acariciando su abdomen, y también tocando su miembro que aún estaba duro, y sus
huevos que caían lacios entre sus piernas.
—…Qué mamadota que me
has dado, man… Pero ahora ponte, que yo también quiero probar…— me dijo
mientras se incorporaba. Me quité mi pantalón deportivo y mis calzoncillos,
quedando desnudo. Mi verga estaba dura y mojada…
Albeiro se paró entre
mis piernas y me dijo que me volteara, así es que me puse boca abajo, y para
que me metiera bien su lengua en mi culo, me puse en cuatro, con mi pecho sobre
la cama para dejar mis manos libres y abrir mis nalgas… cerré los ojos
esperando sentir su lengua en mi agujero, y sentí al fin la sensación caliente,
suave y húmeda que se deslizaba sobre mi hoyito, y las manos de Albeiro que
acariciaban mis nalgas, pero de pronto sus manos me tomaron de la cintura y lo
que creí era su lengua, me partió el culo… de una sola arremetida me penetró
hasta las bolas haciendo que soltara un grito de dolor… me lo sacó un poco y
volvió a embestir… aunque me lo tenía todo adentro empujaba y sentía la base su
verga palpitar en mi entrada…
Me empezó a dar duro, y
mis nalgas chocaban con su pubis haciendo sonoros palmoteos, mientras Albeiro
como un animal insaciable seguía y seguía. Mi culo que estaba acostumbrado a
las buenas vergas ahora estaba gozando con el enorme trozo del joven técnico…
De pronto Albeiro
aceleró con su movimiento y se despojó de la polera que aún vestía, se echó
sobre mí y sentí sobre mi espalda su abdomen y pecho, mientras que él, pasando
sus brazos por debajo de los míos me afirmó de los hombros. Movía furiosamente
sólo las caderas, clavándome profundo, y sin tocarme comencé a sentir la proximidad
de mi orgasmo, lo que hizo que mi esfínter se estrechara… en rápidos espasmos
acabé, y con cada chorro apretaba mi hoyito con la verga de Albeiro dentro, lo
que causó que él también empezara a eyacular, y entre gemidos me dejaba toda su
carga adentro… me sentí pleno, como hace mucho tiempo no me sentía.
Después de acabar,
Albeiro me sacó lentamente la verga, y me acarició con ella las nalgas y me
daba suaves golpecitos… yo sólo le decía lo rico que sentía…
Se limpió con mis
calzoncillos y se vistió rápidamente…
—…Me debo ir…— me dijo
sin más comentario y con voz de preocupación. Con mi culo dolorido, me vestí
mientras él juntaba las herramientas en su mochila…
—…Bueno… usted sabe lo
que acordamos… Quedó instalado y funcionando…— me dijo casi sintiéndose
culpable, tal vez era su primera vez…
—…Si… te doy de
inmediato lo tuyo…— le dije mientras buscaba mi billetera…
Le di lo que acordamos
y una buena cantidad por el buen servicio que me había dado… él me miró y
sonrió…
—…Bien señor Bruno… ya
sabe usted, si puedo serle útil en algo no más me llama…
—Gracias… Si te
necesito te llamo…— le dije mientras él se despedía con un ademán, y salía…
El Cable no volvió a
fallar, y no he vuelto a llamar a mi técnico… Espero que algún día él me llame
por iniciativa propia y me dé una buena dosis de su excelente y profesional
servicio…
Relato enviado por un seguidor
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TODO SERA CONFIDENCIAL..
Excelente relato...tuve mi primera experiencia con un joven albañil...espero la compartas cuando la envie..Me prendio mucho. Babie sabroso
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